Carta abierta a todo ser capaz de hacerme la vida imposible a mí... y al resto del mundo.

Ese es el fucking problemas de nosotros los adolescente… y de los más chicos… y de los más grandes… en fin, de los seres humanos. En todas las situaciones, todo el tiempo, en todos los putos ámbitos de esta vida hay que “parecer”. Nadie “es”, estamos todo el tiempo en una pose, sin decir las cosas que pensamos porque nos da miedo. Porque el que dice lo que siente “está desesperado”, “queda mal”, “es un boludo”, “ay, pero que le pasa?”. Y si uno logra por alguna cosa de la vida “Ser”… de todos modos “es” porque DEBE, no porque QUIERE. Cuando actúo impulsivamente, cuando digo lo que quiero decir y dejo de insinuar las cosas salen mal, no porque yo me equivoqué, si no porque del otro lado ya empiezan los prejuicios… Te rompí el esquemita, me pasé del marco que SEGÚN TODOS ES EL CORRECTO. Ni se te ocurra preguntar “che, flaco, qué te pasa que tal cosa?” porque para ellos ya tenés ganas de casarte y tener hijos con él, estás pensando nombres y en dónde van a festejar los cumpleaños. Las mujeres no nos salvamos, eh, somos insoportables, lo admito… lo que pasa es que GRACIAS A DIOS Y LA VIRGEN no viví tambieeeeeen esa experiencia. Juro, reJURO y vuelvo a JURAR por Dios, Alá, el Elefante de cien brazos, mi pierna derecha y mis dos tobillos que voy a tratar de no cometer esos atroces errores! Víctimas mías de esta actitud detestable sepan disculparme si alguna vez lo hice y exijo… rueeeegoooo… IMPLORO, por favor. Tengan piedad, hombres de este mundo que nos acusan de histéricas: Dejen de darnos vueltas, carajo!