If the rain comes they run and hide their heads.

Lo que más me atrae de él es no tener nada planeado, además de que no espero nada, no quiero… y hasta me parece que no puedo. No tengo idea de qué es lo que le pasa, lo siento a kilómetros de distancia. Para mí está muy lejos y hay todo un costado que él nunca quiso mostrar. ¿Me quiere? ¿Le importo? ¿Lo quiero? ¿Me importa? No tengo la menor idea todavía. En este momento siento que el vínculo es un enorme signo de pregunta. Y veo mis dudas como una niebla que no permite que todo se aclare. Ahora no paro de pensar: ¿quiero que se vaya esa niebla? Si se disipara… ¿qué quedaría? ¿No será esta duda turbia las que nos permite estar bien, la que nos permite estar juntos? Ahora somos “felices”, “satisfacemos” la felicidad del otro. Yo no espero nada. ¿No puedo conformarme con lo no tan transparente, pero que después de todo me alcanza? Mi problema es que no tengo claro ni mis propios sentimientos, me hago demasiados dramas… y la verdad son bastante particulares. ¿Por qué es que nunca pude ser yo el personaje principal? Seguramente me aterra aclarar y debajo de la niebla descubrir una realidad que no me va a gustar… y que probablemente sea peor. Mejor ni pensar, ¿no? ... ¡No! Tengo que cambiar. Yo tengo el problema de ser siempre “la amiguita”, la atenta, con la que se puede hablar y cagarse de risa… Ahora, de amor ni hablemos. Puedo ser menos exigente: para una relación REAL hombre-mujer, los de sexo masculino se olvidan de mí. Soy el medio para cualquier otro fin. Ya no quiero más ser el “medio”. Soy la que aparece en el primer acto pero desaparece antes del intervalo. Nunca la protagonista. Ni empieza la obra y yo ya se que en un rato me están bajando del escenario. O peor… Me bajo yo sola.