El sentido del tacto, con frecuencia olvidado, domina el siguiente paso del proceso. Una vez más, esta etapa puede tener elementos que a simple vista no parecen para nada sexuales: caricias, manos unidas sobre la mesa con ternura y demás.
"En ocasiones, concentramos el sexo en pequeñísimos movimientos: el más delicado roe del pelo, el suave contacto de los dedos o las uñas o la lengua con la piel, el más ligero cambio, o una simple pausa. Nos aferramos en estos momentos y esperamos el siguiente paso. Nuestra agudeza se intensifica, ni el más mínimo cambio pasa inadvertido. Y nos emocionamos al ver que la otra persona está tan atenta a estas sensaciones como nosotros."
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