Yo diría que entre un “no lo suficiente” y un “nada de nada”. Siempre estuve hambrienta. Aunque solo lo hubiera sido una vez, hubiera querido recibir amor a raudales. Hasta hartarme. Hasta poder decir: “Ya basta. Estoy llena. No puedo más”. Me hubiera conformado con una vez. Pero jamás me dio cariño. Si me acercaba con ganas de mimos, a veces me apartaba de un empujón. Sentía que únicamente sabía alejarse. Siempre igual. Así que pensé lo siguiente: “algún día conoceré a alguien que me quiera con toda su alma los trescientos sesenta y ciento días del año
Ya lo dije una vez, pero cada tanto me olvido. Una y otra vez el error es siempre el mismo: pensar que mi felicidad y plenitud no pasan por mí sino por SU concepto de mí.
¡No olvidar! Sos quién sos por lo que sos, no por lo que creen que sos.
(un poquito trabalenguoso, pero cierto)
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