miércoles, 12 de noviembre de 2008

LA VIDA INTERIOR

   Porque Hipólita hubiera querido moverse en un universo menos denso, un mundo liviano como una pompa de jabón donde la materia no estuviera sometida a la gravedad, y se imaginaba la dicha riente de recorrer todas las vereda del planetametamorfoseada a su voluntad y dándole a los días la realidad de un juego que compensara aquel que su niñez había carecido.

   Todo le había sido negado cuando pequeña. Recordaba que una de las quimeras de su infancia fue soñar que sería la criatura más dichosa del mundo si vivera en una habitación empapelada.

   Había visto en las vidrieras de las ferreterías papeles pintados que en su reducida imaginación se le figuraba que tornarían soñadora la vida de los que se rodeaban de ellos, papeles intados que eran como trasplantar en una casa el Bosque de los Encantamientos, con sus flores arbitrarias azules y retorcidas en fondos listados de oro, y este sueño de los siete años fue en ella tan intenso, como más tarde la idea que se hizo acerca del placer que experimentaría si pudiera tener un Rolls-Royce, cuya tapicería de cuero era tan preciosa en su imaginación, como lo fueran los imposibles papeles pintados que tan sólo costaban sesenta centavos el rollo.

                                           (Los siete locos - Roberto Arlt)

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