jueves, 23 de abril de 2009

Conversaciones

Yo no sé qué es lo que tanto te sorprende, si desde el primer día que te vi estaba cantado que ibas a ser alguien relevante en mi vida. No necesité más que un par de minutos para darme cuenta de la clase de persona que eras: tan pendejo, tan idiota, tan delirante, tan igual a lo que sos hoy a pesar de que ya pasaron varios años. Incluso cuando extraordinariamente alguien más empezó a importarme seguiste siendo tomado en cuenta y apareciendo de vez en cuando. La sorprendida soy yo, que pasé de conversaciones sobre computadoras, películas, PASIONES y malas traducciones a estar más enredada de lo que jamás estuve. No te des más importancia de la que tenés, no es porque seas más que otros, sino porque algo así a mí nunca me había ocurrido. Todavía aún más sorprendida de que pasara lo que pasó, aunque no de la misma manera para los dos. Hasta acá todo suena genial. El problema es que mi masoquismo me impidió hacerme la cabeza y disfruté menos de lo que podría haber disfrutado y a su vez me permitió llegar a este lugar en el que estoy ahora (ese que en tu vida no existe) y quedarme siempre con las ganas de un poquito más de vos. Inesperadamente hoy tengo que animarme a admitir que sos lo que pido cada vez que paso por debajo de las vías del tren o lo que pienso antes de soplar el panadero. Lástima que no sean muy efectivos, y ni hablar de las 17 velitas de cumpleaños. No es que sufra, porque de verdad hace mucho que ando contenta, pero esta situación se me hace poco feliz. Para pagarte un poquito con la misma moneda quiero hacerte sentir culpable y te voy a contar que más de una vez fuiste el responsable de mis crisis. No es que me arrepienta de haberte cruzado, ni mucho menos, pero no sé qué tan conveniente sos para mí hoy por hoy. De todas formas no te preocupes (si, ya se que no lo hacés), mi ya nombrado masoquismo y vos mismo, que sos mi debilidad, me impiden alejarme demasiado, aunque me encantaría que te acercaras un poquito. Igual, como te dije, ando contenta y agradezco el mero hecho de tu existencia, ya que solo imaginarte es “la receta justa para hacerme sonreír”.

No hay comentarios:

Filossofiabarata's soundtrack