jueves, 25 de agosto de 2011

Siempre seremos prófugos los dos

Yo sé que parte de esto es culpa mía, porque para que te hagan, en principio, lo primero es "dejar que te lo hagan". Además tengo muy claro que yo estoy jugando el mismo juego. Pero la diferencia entre vos y yo, es que tus intenciones son siempre complicarla, a diferencia de las mías, que es acomodarme a tus ganas. ¡Acomodarme a tus ganas! YO, a las TUYAS. En este momento... Es que no puedo evitarlo, porque aunque durante el día pueda obviarte, ocupando la cabeza en otra cosa, siempre a la noche, cuando me voy a dormir me quedo despierta pensándote... porque me delirás la cabeza.

Es casi como si tus actitudes no me permitieran moverme como quiero. Cada mensaje no respondido, cada demostración pasada por alto, hace efecto, como un click en mi cerebro, y no me queda otra que desviarme... a pesar de que (¿ilusamente?) yo crea que tanta histeria no implica falta de interés. Lo veo en tus ojos. A veces hasta se te escapa entre todas esas palabras soberbias y de puro amor propio algún comentario que si Freud reviviera a tu lado te diría claramente "¡Ja! ¡La querés!" y yo, imaginándome la situación, no puedo guardarme la sonrisita. Sí, esa sonrisita desubicada y a destiempo, que hace que me pongas cara de desconcertado y me insistas para saber de qué me estoy riendo... y que yo me ría más y logre robarte algunos besos. Sin embargo, detrás de todo eso, que hasta romántico parecería, hay una interminable lista de pretextos que, cruel, seguís utilizándo para escaparte de mis dudas y mis ganas... esas ganas a las que vos jamás te acomodás, de las que sos un eterno fugitivo a pesar de estar ahí -o acá- conmigo y más conmigo que nunca.

Y cuando sos conciente de tal acercamiento, mientras me abrazás, aunque creas que no, me doy cuenta de cómo mirás por sobre mis hombros para todos lados tratando de asegurarte de que el camino para escaparte de mí está a tu disposición. Hago durar el abrazo todo lo que puedo y transmitirte mis deseos y motivos para quedarnos así, porque sé que apenas te suelto vos me podés dar la mano, pero ya te me escapaste. Y yo te sigo. Siempre te sigo. Y terminamos los dos prófugos de todo lo que quiero. Vos por escaparte... y yo por escaparme con vos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pretty insightful. Thanks!

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