lunes, 15 de septiembre de 2008

Del diccionario filosófico de Alejandro Rozitchner



BESO: encuentro de bocas, o de boca con piel; detalle refinado del amor, aproximación sensual al alma ajena a la que uno siente como propia; premio del encuentro, morosidad de los labios que se rozan y se disfrutan, momento de sensualidad mutua que subleva el cuerpo entero; entrega al océano del ser amado, en el que uno cree sumergirse y perderse sin en realidad haberse movido de su sitio; explosión de la cercanía en un universo erizado de excitaciones o ternuras, o ambas; intercambio de alientos que arman un sistema respiratorio de dos cuerpos aproximados enormemente; unidad mínima pero de magnitud inabarcable de la comunicación sensorial entre personas que se regocijan la una en la otra, despliegue de intenciones delicadas que suelen conducir al desborde del cuerpo entero, ya menos delicado; camino para la disolución de las personalidades en un acercamiento que lo mezcla todo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Causantes de inmensos placeres, cómo de rencorosos recuerdos, de penas. Plasman en un cuerpo marcas inolvidables, hermosas y suaves. Recorren la memoria con una aterciopelada estela de perfume enamorado.
No considero beso al beso regalado, entregado por desprecio, por indiferencia. Porque en la referencia está claro que es una exploción, una culminación, imposible en el desprecio.
Producidos por amor, por exitación, por infinito placer,calor. Calor de tener en cercanía a otro cómo nosotros, a otro que come, respira, vive, ama y también, besa.

Espectacular Juli. :) Escribí sin releer lo primero que me venía a la mente, no para leer tan detenidamente.

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