Redescubriendo viejísimos textos

Cuando un día es triste, la ventana ironiza el instante con su burlona forma de iluminar el cuarto. Su brillo no hace más que hacerme sentir más odio. Y cuando menos lo necesito, un estúpido día soleado decide deslizarse por la abertura de la puerta, instalarse a través de la persiana cuando todo había logrado serenarse. Y el día que necesito ayuda... El sol deja de existir, abandonándome en la deprimente, amarga noche nublada que de a poco se hace más y más oscura, me sofoca.
Siento como pasa el tiempo... y me doy cuenta de que es tiempo. Me asfixian los momentos. Ya no importan las razones, porque hoy ni la luna quiere darme una mano.

“la luz no suele acompañar buenos momentos”